Hay viernes tristes. No sé porque. Pero los hay, y se duermen por la tarde en un letargo otoñal - aunque afuera es primavera -, y luchan despavoridos por salir adelante. Llorar los viernes por la tarde es un dulce alivio como pocos. Es leer poesías y pequeñas frases que anotaste. Es preparar una fiesta íntima (para dos) con una pizza y unas cocacolas. ¿Qué mas necesitarías? ¿Un helado? Almendras saladas para templar la noche. Luego dormir. Soñar que existo encaramada en una fiesta con arena y estrellas. ¿Y mañana? Ya lo sabes. Un paseo de sábado al sol. Un destello de rutina viendo bolsas con comida especial de fin de semana. Chocolate, churros, paella, bombones, galletas y pollo frito. Compra apetecible de los días de fiesta. ¿Y luego, qué? Échale picante, que no cunda el pánico. El restaurante mejicano nunca cierra. Lluvia de olores de verano, chaqueta prendida y zapatos de esparto. Acercarse a la playa de noche, estrenamos el verano. ¿Y la primavera, amigo? La primavera aguarda silenciosa en los vestidos, inquieta, ya teme el abandono. Domingo. El domingo solo es un periódico con historias destiladas.
Dejo un vídeo, para la ocasión, que siempre lo merece, de nuestro querido Fernando Fernán Gómez. Feliz fin de semana.
1 comentario:
¿Los viernes?, toca dormir... derrumbarse derruído desnudo derrotado en una cama (ancha honda vacía y tonta) para recuperar todo el sueño perdido... Harían falta semanas de 7 viernes y ni así, valdría la pena levantarse.
Pero te levantas (nchts, maldita sea) y no sabes si subir o bajar la persiana, y no tienes nada que hacer ni nadie por ver ni que venir ni algo a lo que ir ni una cosa por llegar ni un cómo porqué dónde ¡quién!, o un ya veremos, al menos
Y abres (por fin) la ventana, la persiana y sí, (ya es de noche), también otra botella a tu salud
como cada viernes, tarde
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