Ciertamente nunca me había planteado tener un perro. Desde que ya no vivimos en dieciocho metros cuadrados, hemos podido plantearnos muchas otras cosas: tener un baño individual, dejar un libro en la mesilla de noche, tener un armario para colgar la ropa. Incluso hemos instalado plantas en el balcón (tenemos 3, por si una se agobia), discutimos, nos alejamos, gritamos y hasta jugamos al escondite.
Ahora llegará uno que aún no tiene nombre y que promete ser lo más mediático de nuestra casa. Nunca he cuidado de un perro. Ni siquiera los he cogido en brazos (he de reconocer que hasta el momento me daban cierto repelús). Esta tarde vamos a verlo. Se ve que esto es como un parto complicado... y hasta que no esté bien nutrido no podrá mudarse.
Creo que J está muy emocionado. Y a mi no se que me pasa, pero también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario