martes, marzo 04, 2008

promesas de Babylon

No puedo acostumbrarme a Barcelona. La miro: contundente y alejada hacia el cielo. Cuando salgo de la universidad, esperando a J, tengo tiempo para pasear un poco. Para no notar el aire envenenado de la prisa o para mirar simplemente, un semáforo en verde. Luego regreso a Lleida y observo la calma de las horas.

Todo lo que odiaba y me empujó a la urbe, ahora me fascina. Me encuentro en una burbuja, protegida de los leones. Que aunque existen: no me hacen daño.

No hay comentarios: